A mayor luz, mayor oscuridad.
Estamos en un momento de la humanidad en el que la luz se esta haciendo presente, autoproclamado su lugar en el mundo dentro de cada corazón que decide despertar, sanar y evolucionar energéticamente.
Desde el 2012 el asenso energético esta siendo mas que evidente, pues lo que pensamos seria el fin del mundo termino siendo el final del mundo tal y como lo conocíamos hasta ese entonces, el final del mundo dormido que actuaba de forma inconsciente. Ese diciembre se produjo uno de los despertares más potentes conduciendo a muchas de las almas que hoy conocemos a hablar fuerte y claro, sin miedo, sin resistencias internas, seres que allanaron el camino para quienes despertaríamos con la pandemia. En el 2020 se produjo la segunda ola energética de este siglo, desestabilizando el mundo tal y como lo conocíamos, sacudiéndonos sin previo aviso, rompiendo estructuras a nivel social pero también a nivel mental, pues como bien sabemos todo lo que pasa fuera es un reflejo del movimiento y del cambio interno, un espejo que nos guía y nos revela aquello que aun debemos de trabajar y sanar.
La caída de Lemuria y la Atlántida actuó como un sedante a nivel energético para todas las mentes que habitarían la tierra, guiándonos hacia la construcción de un mundo dual, donde reinaría la separación constante, la lucha, el sacrificio y el sufrimiento como un camino desafiante en el que deberíamos de recordar nuevamente la divinidad internamente para luego sentirla y observarla en el exterior removiendo el velo de la ilusión. Pasaron los años, las décadas, los siglos, y quienes seguimos despiertos mantuvimos en secretos las leyes universales y cósmicas que nos gobernaban internamente compartiendo la consciencia con quienes estaban listos para recibirla. En este camino grandes maestros ascendidos que hoy conocemos como Isis, María Magdalena, Jesus y muchos más renunciaron a vivir bajo las normas preestablecidas siguiendo el llamado de su alma para marcar un antes y después en la sociedad. Sus nombres e ideales van mas allá de la religión que los hombres adoptaron, pues sus enseñanzas reflejan que en realidad existe solo un camino, solo una religión verdadera, la consciencia.
Con la caída comenzamos a vivir en una era regida por el tiempo. Los segundos, minutos y horas de un día se convirtieron en una ilusión mental construida para aprisionarnos y detenernos, llevando al ser a correr detrás de si mismo una y otra vez. La serpiente que se come la cola (ouroboros), o el gato que sigue al ratón, son representaciones de la lucha interna que todos vivimos, pues en el tiempo yace la mentira mas grande la humanidad; es el tiempo el que nos llevo durante milenios a vivir desde el inconformismo y sufrimiento por el hacer constantemente más. El tiempo es el motor de la avaricia y el mal uso del poder, el tiempo es el veneno y a la vez el remedio, pues cuando despertamos comprendemos que el tiempo es solo una palabra, una idea que fácilmente puede disolverse en la no existencia.
La mascara finalmente cae y los pensamientos se transforman en sensaciones profundas, la mente cede el control y el corazón vuelve a reinar en nuestro interior. Los latidos se hacen presentes, nos volvemos más conscientes del aquí y el ahora. Con la respiración podemos apreciar cada micro-instante eterno de energía que nos forma; micro-instantes en donde existe la luz, como una fuerza divina que re-programa cada una de nuestras células revelándoos la verdad absoluta, la verdad de que no existe nada mas que este momento presente, que este exacto instante en el que escribo estas palabras o en el que las lees. Pero a mayor luz, mayor oscuridad, así lo ha sido desde siempre.
Lemuria no pudo sostenerse en este plano por la infinita luz que anclaba, no estábamos preparados pero hoy el momento ha llegado. Cada vez mas almas eligen el camino del amor y su despertar de consciencia grita a todo pulmón, SE QUIEN SOY. Este acto que le llevo a la mente ¨años¨ por comprender, emite vibración de alta frecuencia, ondas electromagnéticas que propagan la luz, luz que interfiere en la sociedad pre-establecida, donde la muerte crece, la sangre se derraba con mayor facilidad, la guerra no para y no parará, pues debe de coexistir para enseñarnos lo que el libre albedrío realmente significa en esta realidad.
Lo cierto, es que no estamos aquí para detener guerras o para cambiar el sistema existente, pues intentarlo seria caer nuevamente en la misma lucha. No estamos aquí para cambiar mentes, estamos aquí para guiar a las mentes y corazones que por su cuenta decidieron cambiar el prisma con el que observan su transitar. El mundo en el que vivimos ya no es el mismo, porque quienes despertamos automáticamente dejamos de vivir en la 3D y si bien puede parecer holográficamente igual, no lo es. La energía del mundo en el que elegimos vivir asciende constantemente, nuestra percepción de lo invisible se agudiza, nuestro ritmo se ralentiza, vivimos en lugar de sobrevivir.
Nuestro trabajo entonces no es disipar la oscuridad, sino mas bien abrazarla, pues incluso cuando la luz en nosotros se hacen presente y cada una de nuestras células emite su vibración la oscuridad permanece. No existen una sin la otra, no esta separadas, no son opuestas ni contradictorias. La bendita oscuridad dentro nuestro es el camino, son las sombras del pasado, del dolor, del linaje las que nos muestran precisamente los fractales del alma que debemos de sanar para continuar elevando el espíritu universal. Estas dos fuerzas del ser son eternos amantes que se crean y auto-destruyen, rompiendo con las estructuras y las bases conocidas que nos permiten constantemente renacer.
La luz es libertad, pero la oscuridad también lo es.